DANIEL ÁLVARO MARTINEZ

Daniel Álvaro Martínez (Montevideo 30  Julio -Uruguay- 11 Agosto 2013), nos dejo sin realizar su codiciado viaje a León, en España donde estaban sus raíces. Ingeniero y programador de Sistemas.

Su gran obra: él, en sí mismo, un ser extraordinario lleno de Buenas Maneras, personalmente le denomino como que él era: 
Las Buenas Maneras

Nos dejo un maravilloso legado, el que finalizo antes de dejarnos: 
"El almanaque mágico" 

Extraigo estos textos de dicho libro: 
El poeta es el ser más realista, el más pragmatico, porque bebe de la realidad. Lo que no es pragmático es la economía. Dijo: Joan Margarit tras recibir el Premio Nacional de Poesía 2008 con motivo de la publicación del poemario Casa de Misericordia.  
Si la frase del epigrafe resuena impactante en un mundo signado por el utilitarismo y la idolatria del mercado, cuanto más al haber sido pronunciada en plena eclosión de la crisis más aguda de la historia del capitalismo -a mi juicio terminal-, y por provenir de un prestigioso arquitecto y poeta catalán, tan versado en letras como en números.
Aún evoco con fruición la creatividad fascinante de la infancia. Entonces me era fácil, cual travieso Aladino, hacer reaparecer el almanaque mágico. Yo era el benjamin de la "casa de la alegria"  -así la llamaban los vecinos- siempre pletórica de sorpresas. Grande fue la mi nacer pequeño y acaso ése sea el origen de mi gusto innato por las paradojas. Me encantaba descubrir lo extraordinario en el seno  de lo ordinario, cual sí en toda latiera expectante el entrañable duende de Las mil y una noches. Mi pensamiento mágico me introducía en la lámpara maravillosa para renacer con él.  

El calendario perpetuo inventado por mi hermano, Armando requirió mi distancia analítica para ser comprendido. pero su aprehensión (que no mera comprensión) no hubiera sido posible sin mi cercanía sensitiva al almanaque mágico de mi percepción infantil. El singular contrapunto estuvo presente en la génesis de este libro -gestado en mi quehacer informático durante las dos últimas décadas del siglo XX, escrito y a punto de publicarse en vísperas del año 2000- y vuelve a aflorar hoy, luego de 10 años de hibernación. El espiritu que me incito a retomarlo, semejante a los duendes de las novelas de Dickens, no hubiera llegado a mi sin la sonrisa complaciente con que mi esposa Raquel avalara la saludable estocada que meses atrás me propinara nuestra querida amiga común Julia Herrera de Salas. 
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