Avicena creó un extenso corpus de literatura durante el período conocido, en general, como la Edad de Oro del Islam, en que las traducciones de textos grecorromanos, persas e hindúes fueron muy estudiadas. Textos grecolatinos de la escuela neoplatónica y aristotélica y de la escuela Kindi fueron comentados, nuevamente editados y, de manera sustancial, desarrollados por los intelectuales islámicos, que también evolucionaron a partir de sistemas matemáticos, astronómicos, álgebra, trigonometría y medicina hindúes y persas. La dinastía samánida en la parte oriental de Persia, denominada el Gran Jorasán y en la Asia Central, así como la dinastía búyida en la parte occidental de Persia e Irak, fomentó un clima propicio para el desarrollo cultural y académico. Bajo los samánidas, Bujará rivalizaba con Bagdad como capital cultural del mundo islámico. El estudio del Corán y el hadit prosperó en este ambiente. La filosofía (fiqh) y la teología (kalam) también se desarrollaron principalmente a manos de Avicena y sus opositores. Ar-Razí y Al-Farabí proporcionaron la metodología y el conocimiento necesario sobre la medicina y la filosofía. Avicena tuvo acceso a grandes bibliotecas de Balkh, Khwarezm Gorgán, Rayy, Isfahán y Hamadan. Varios textos, como l'Ahd with Bahmanyar, muestran el debate de los puntos filosóficos de los grandes eruditos de su tiempo. Nizami Aruzi describe cómo Avicena, antes de salir de Khwarezm, conoció a Abu-Rayhan al-Biruni (un famoso científico y astrónomo), Abu-Nasr al-Iraqí (un famoso matemático), Abu Sahl Masihí (un respetado filósofo) y Abu-l-Khary Khammar (un importante médico). (Sigue leyendo...)
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